Cuando sales de campamento, haces senderismo o simplemente te lanzas a una aventura al aire libre, lo que te pongas puede hacer toda la diferencia. No se trata solo de comodidad o estilo: llevar la ropa y el calzado adecuados puede protegerte del frío, la lluvia, el calor extremo e incluso ayudarte a evitar accidentes.
En Sandiario te voy a contar qué prendas sí te convienen, qué errores evitar y cómo prepararte para que no te agarre desprevenido el clima o el terreno. Así que si estás armando tu mochila, no te brinques esta parte: vestir bien también es parte de sobrevivir.
Cómo elegir la ropa adecuada para actividades al aire libre
Cuando estás en el campo o la montaña, vestirte bien no es cuestión de moda, ¡es cuestión de sobrevivencia! Un buen atuendo puede marcar la diferencia entre pasarla bien o pasarte un mal rato, sobre todo si te toca enfrentar viento fuerte, lluvia o frío.
Por ejemplo, si el viento gélido te va quitando el calor del cuerpo poco a poco, tu temperatura corporal puede bajar tanto que te pongas en peligro. Por eso, si llueve, lo mínimo es llevar una chamarra impermeable. Y si hace calor, como es común en muchas caminatas, vas a sudar un montón, así que la ropa también tiene que ser transpirable para que no termines todo empapado por dentro.
La primera capa: ropa interior térmica y cómoda
Lo que va pegado a la piel tiene que mantenerte calientito, pero también dejar que el sudor salga. A menos que sea invierno, lo más importante es que esa ropa interior sea ligera y que deje respirar tu piel. Lo mejor es usar ropa de algodón o lana, y evitar materiales como el nailon o las fibras sintéticas.
La lana es buenísima porque incluso si se moja, sigue manteniendo el calor. Mucha ropa interior suele ser muy apretada, y si usas ese tipo en el campo, cuando sudas se queda toda pegada al cuerpo, haciendo que el sudor se acumule, la ropa se moje más y hasta te limite el movimiento.
Por eso, lo ideal es usar ropa un poquito más suelta como primera capa, para que el sudor salga rápido y tu piel se mantenga seca. Eso se traduce en más comodidad y más libertad para moverte.
También fíjate en que las mangas sean tipo raglán (esas que no tienen costura justo en el hombro), o que las costuras estén pensadas para no estorbar. Cuando llevas mochila pesada, esas costuras pueden incomodar o hasta rozarte feo.
Ropa para el frío: qué materiales funcionan mejor
Cuando hace frío, lo más importante es mantener el calor. Para eso, el rey es el plumón. Es súper ligero, guarda aire caliente y aísla muy bien. Si estás buscando buena ropa de plumón, checa dos cosas:
- Qué tanta pluma tiene comparado con las plumas rígidas (mientras más plumón suave, mejor).
- La cantidad total de plumón que trae la prenda.
Claro, el plumón puede salir caro, así que muchas personas prefieren la fibra sintética. Es más barata, pero tiene un problema: si se moja, se pierde el calor bien rápido. En cambio, hay un material llamado forro polar o fleece que también es muy ligero y a veces calienta más que la lana. Además, deja salir el sudor fácilmente, viene con cierres y es muy cómodo. Su único detalle es que no corta el viento, así que hay que combinarlo con una chamarra rompe-vientos.









La capa exterior: lo más importante
Aquí es donde no puedes fallar. Tu chamarra exterior tiene que protegerte del viento, de la lluvia y del frío, pero también dejarte mover bien. Hay distintos tipos según la actividad: rompe-vientos, pantalones con tirantes, chamarras para nieve, etc.
Busca una prenda que diga “impermeable” y “transpirable”. Las mejores están hechas con materiales sintéticos especiales que dejan salir el vapor de sudor, pero no dejan entrar el agua. Aunque ojo, si se ensucian de polvo, pierden transpirabilidad, y como no son muy resistentes, hay que tratarlas con cariño.
Muchas de estas chamarras traen gorro, cierres en las mangas para ventilar, parches reforzados en zonas de fricción y un diseño más práctico que bonito. Si vas a lugares fríos o húmedos, hay chamarras con piel por fuera (para cortar el viento) y forro polar por dentro. Son geniales si vas a estar en un bote o en clima muy húmedo. Para subir montañas, lo ideal es usar la chamarra para el ascenso, y ya que descanses, te cambias a ropa más ligera para no sudar tanto.
¿Y el color? ¡Sí importa!
Aunque muchos aman el estilo militar, la ropa camuflada puede ser un problema si te pierdes o necesitas ayuda: te hace difícil de encontrar. En cambio, los colores brillantes como el azul o el naranja ayudan a que te vean desde lejos. Evita usar ropa vieja porque se desgasta más fácil.
En verano, trata de usar la menor ropa posible para no cargar de más. Evita los colores oscuros porque absorben más calor, y eso puede darte un golpe de calor.
El calzado y las calcetas: tus aliados en la aventura
Lo que te pongas en los pies es tan importante como lo que llevas puesto arriba. Dependiendo del terreno y la actividad, vas a necesitar un tipo diferente de calzado.
Por ejemplo:
- ¿Vas a escalar montañas? Entonces necesitas botas de montaña, con suela gruesa y buen agarre.
- ¿Vas a la playa? Sandalias o zapatos de agua.
- ¿Hay ríos o arroyos? Llévate unos zapatos especiales para caminatas acuáticas.
Lo mejor es usar zapatos de piel o cuero suave. Son más cómodos que los de tela sintética, te dan mejor soporte, y además son más cálidos y resistentes al frío. Si vas a caminar por terrenos duros, asegúrate de que la suela sea gruesa y tenga buen agarre para evitar resbalones o torceduras.
Las botas de montaña tienen una suela de goma gruesa que protege el tobillo y evita que te tuerzas el pie. También son más altas que los zapatos normales y te cubren bien el tobillo para protegerte del agua o golpes. Hay de piel o de materiales sintéticos transpirables, y muchas tienen versiones más ligeras que vienen mejor si vas a caminar largas distancias. Si vas a andar mucho tiempo, el peso del zapato también cuenta.







Tip extra: cómo cuidar tus botas
Tus botas son parte esencial de tu equipo, así que hay que darles mantenimiento. Antes de salir, échales una capa de aceite impermeabilizante. Si son de piel, ponles dos capas o el producto que recomiende el fabricante. Si son de tela, busca uno con base de silicona, lo puedes aplicar en spray o con un trapo.
Las botas de montaña están diseñadas para durar y resistir el uso rudo, mientras que los zapatos para caminatas se enfocan más en que no te resbales. Si vas a andar por zonas húmedas, mejor lleva zapatos de senderismo, te van a dar más seguridad.
Y por favor, no uses zapatos nuevos para ir al campo. Póntelos unas dos semanas antes para que se adapten a tu pie. Incluso puedes aplicar un poco de alcohol para endurecer la piel del pie y evitar ampollas.
Y no olvides las calcetas…
Muchos no les dan importancia, pero las calcetas pueden marcar la diferencia. Son la segunda barrera entre tu pie y el zapato. Las de algodón son muy buenas porque absorben el sudor y mantienen tus pies secos. Si hace frío, mejor usa calcetas de lana, que abrigan muchísimo (aunque sí son algo pesadas).
Otro tip: lleva calcetas que ya hayas usado antes. Las nuevas no dejan salir bien el sudor. Siempre lleva varios pares por si se te mojan o ensucian.
Otros básicos que no pueden faltar
Además de la ropa y el calzado, hay otros accesorios que deberías llevar sí o sí cuando sales al campo:
- Lentes de sol: para proteger tus ojos del reflejo del sol o el polvo.
- Impermeable o capa de lluvia: nunca sabes cuándo va a llover.
- Guantes: ya sea para el frío, para protegerte las manos al cargar cosas o al caminar entre ramas o piedras.
Sobrevivir en la naturaleza no es solo cuestión de habilidad o suerte: también se trata de ir bien preparado. Y la ropa es tu primera línea de defensa contra los elementos. Elegir las prendas adecuadas, saber cómo usarlas y llevar calzado cómodo y resistente puede ayudarte a evitar riesgos y disfrutar al cien de tu aventura.
Recuerda: no se trata de llevar lo más caro, sino lo más funcional. Con lo que te compartí aquí, ya tienes lo necesario para tomar buenas decisiones antes de salir al campo. ¡Prepárate, empaca bien y que empiece la aventura!