Sobrevivir no solo es una cuestión de fuerza física, sino también de mente y actitud. Ya sea que te enfrentes a una situación extrema en la naturaleza o a una emergencia inesperada, conocer las fuentes comunes de presión y saber cómo manejarlas puede marcar la diferencia entre rendirse o salir adelante. En Sandiario te explico, con un enfoque práctico y directo, cómo prepararte para los desafíos más duros que pueden surgir cuando la supervivencia está en juego.
Cuando se trata de sobrevivir, hay muchas formas de presión a las que nos vamos a enfrentar. Aquí te presento las más comunes, para que sepas cómo manejarlas.
Miedo a morir
En un entorno desconocido, pueden pasar muchas cosas: accidentes, ataques, comer algo venenoso por error, enfermedades, o una lesión que te impida moverte bien o defenderte. Por eso, la muerte es una amenaza constante. Y no desaparece aunque trates de ignorarla. Lo único que puedes hacer es mirarla de frente, con valentía. Solo así vas a poder reducir los riesgos y seguir adelante.
Dolor
El dolor es la manera en que el cuerpo te avisa que algo anda mal. No es malo en sí, es una alarma para que te cuides. Pero cuando el dolor es fuerte, puede volverse insoportable y quitarte la concentración. Si no lo manejas bien, te puede tumbar. La buena noticia es que, por lo general, el dolor se puede aguantar si estás preparado en cuatro aspectos:
- Entender por qué apareció.
- No dejar que te domine mentalmente.
- Distraer la mente con otra cosa.
- Sentirte orgulloso de tu resistencia.
Sed
La sed es uno de los problemas más serios en una situación de supervivencia. Tu cuerpo está compuesto en un 70% de agua, y todas las funciones vitales la necesitan. Si no tomas suficiente agua, te vas a sentir lento y torpe. En ambientes muy secos, podrías morir por deshidratación en menos de 72 horas.
Por eso, si tienes acceso a agua, toma toda la que puedas. Si no hay, come lo menos posible (porque procesar comida seca gasta agua) y aprende a recolectar agua de la naturaleza. Esa habilidad puede salvarte la vida.

Hambre
Aunque hoy en día el alimento es más accesible que nunca, no hay garantía de que no te vayas a quedar sin comida en una situación extrema.
Para sobrevivir en un entorno desconocido por largo tiempo, necesitas saber cómo conseguir y conservar comida. Sin energía, el cuerpo se apaga.
Pasar hambre genera ansiedad, miedo a morir y afecta tu ánimo y tu fuerza de voluntad. Si el hambre se prolonga, puedes debilitarte tanto que incluso desmayarte.
La naturaleza está llena de recursos comestibles. Aprender a identificar lo que se puede comer te va a dar una enorme ventaja. En una emergencia, tienes que comer lo que sea necesario. No es momento para ponerse melindroso.
Lo desconocido
En el campo o en una misión, lo único seguro es que todo puede pasar. No puedes garantizar que no haya ataques, que no se acabe la comida, ni que tus planes salgan bien.
Cuando te metes a lo desconocido, es normal que te sientas inseguro, que no controles la situación, que tengas que tomar decisiones sin toda la información.
Esto genera mucho estrés y te puede llevar a enfermar, lastimarte o incluso morir si no lo manejas con cabeza fría.
El entorno
El clima, el terreno, los animales... todo puede jugar en tu contra. No hay tiempo para cambiar el entorno, tienes que adaptarte.
Puedes encontrarte en un desierto, selva, montaña o hasta en medio del hielo. Puede tocarte calor extremo, lluvias, frío brutal, insectos, serpientes o hasta depredadores grandes.
Incluso en un entorno “conocido”, la naturaleza siempre representa un riesgo.
Si sabes adaptarte, el entorno puede ayudarte. Pero si lo enfrentas mal, te va a pasar la factura con incomodidad, o peor.
Cansancio
Estar alerta todo el tiempo, sobre todo en lugares desconocidos o salvajes, te agota tanto física como mentalmente.
El cuerpo se vuelve lento, pierdes reflejos y te empieza a dar igual lo que pase.
La mejor medicina contra el cansancio es dormir.
Cuando estás tan cansado que ya ni piensas bien, tú mismo lo notas. Pero si sabes que la situación es crítica, puedes encontrar fuerza extra para seguir. A veces solo es cuestión de tener bien claro por qué lo haces.

Soledad
Somos animales sociales. Necesitamos convivir, hablar, sentirnos parte de algo.
Cuando estás solo, tus capacidades bajan. Hasta una hormiga puede parecer más capaz que tú.
Y si te toca una misión en total aislamiento —un desierto vacío, un pueblo hostil, un país donde no hablas el idioma, una jungla sin comunicación— vas a sentir que el mundo se te viene encima.
No contar con guía ni apoyo puede ser brutal. Pero también puede ser una oportunidad para demostrar que tú puedes con todo.
Fastidio
La rutina y la monotonía te sacan de quicio. Cuando te aburres, es fácil que te pongas de malas, te estreses o te deprimas.
Para evitar eso, nunca pierdas de vista tu objetivo. Recuerda que lo que haces es importante y necesario para seguir con vida.
Frío extremo
Ya en tu vida diaria has aprendido muchas cosas para sobrevivir: hacer lo que necesitas, adaptarte al entorno, resolver problemas...
Y si has entrenado para esto, tienes todavía más herramientas.
Así que confía en ti. Con cabeza, planeación y acción, puedes cumplir tu misión.
El frío fuerte baja tu eficiencia, hace que te sientas lento, con ganas de no moverte y hasta con sueño. Muchos que mueren congelados, en realidad se quedaron dormidos.
Antes de que eso te pase, encuentra un refugio donde calentarte.
Calor extremo
El calor te hace sudar un montón, respirar con dificultad y sentirte débil.
Pero a diferencia del frío, sí puedes adaptarte al calor. En unos cuantos días, tu cuerpo se ajusta.
Solo cuida dos cosas:
- Evita que el sol te pegue directo en la cabeza.
- No te muevas en las horas de más calor, a menos que sea absolutamente necesario.
En resumen:
Estos son solo algunos de los factores que causan presión, pero hay muchos más.
Y cada quien reacciona diferente: lo que para ti es insoportable, alguien más lo puede manejar sin problema.
Si quieres ser capaz de enfrentar lo que venga, necesitas entrenar, tener experiencia, mantener una actitud positiva, cuidar tu salud y, sobre todo, confiar en ti.
La clave es entrenar.
Entrénate para tomar decisiones, adaptarte a lo nuevo, resolver problemas y actuar con calma cuando todo se pone difícil.
Esa es la habilidad más importante para sobrevivir.
La presión va a estar presente en cualquier situación límite, pero eso no significa que debas dejarte vencer. Con entrenamiento, experiencia, buena salud y confianza en ti mismo, puedes enfrentar el miedo, el dolor, la soledad, el cansancio y cualquier otra dificultad que se cruce en tu camino. La clave está en mantener la mente clara, actuar con estrategia y jamás olvidar que sí puedes con esto. Si te preparas hoy, mañana no te va a tomar por sorpresa.