Cuando estás en la naturaleza, lejos de todo y sin ayuda, mantener tu cuerpo en buen estado no es opcional, es vital. No se trata solo de tener fuerza física, sino de saber cómo conservar tu salud en condiciones extremas. En Sandiario te explico cuatro pilares básicos para sobrevivir sin poner en riesgo tu bienestar: agua, comida, higiene y descanso. Saber cómo cuidarte en estos aspectos puede marcar la diferencia entre volver a casa o quedarte en el camino.
Mantenerse sano es la base para cualquier intento de supervivencia. Y para lograrlo, hay cuatro cosas que no te pueden faltar: agua suficiente, comida en cantidad, buena higiene personal y descanso adecuado.
Agua: tu prioridad número uno
El agua es clave para todo lo que hace tu cuerpo: sudar, digerir, hacer del baño, regular la temperatura... todo. A 20°C, una persona adulta sana necesita entre 2 y 3 litros de agua al día, y eso en condiciones normales. Si hace mucho calor o mucho frío, si estás haciendo ejercicio intenso o tienes fiebre, vas a necesitar aún más.
Si no repones esa agua a tiempo, tu cuerpo empieza a sufrir. Mira lo que pasa según cuánto líquido pierdes:
- 5% menos de líquido: Te da sed, te sientes inquieto, débil o con náuseas.
- 10% menos: Mareos, dolor de cabeza, dificultad para caminar, hormigueo en brazos o piernas.
- 15% menos: La cosa se pone fea: vértigo, dolor al orinar, lengua hinchada, problemas para oír, piel entumecida.
- Más del 15%: Ya hay riesgo real para tu vida.
Y sí, cuando empiezas a sentir sed, ya estás deshidratado en un 2%. Así que no esperes a tener sed para tomar agua. Ve tomando a lo largo del día, en tragos pequeños: no más de un litro de una sola vez. Lo ideal es tomar poco pero seguido. Si estás haciendo un esfuerzo muy grande o las condiciones son duras, toma más.


Una señal de que estás tomando suficiente es que orines al menos medio litro en 24 horas.
En situaciones donde hay muy poca comida, vas a necesitar entre 6 y 8 litros de agua al día. En climas secos y extremos, puedes perder 2.5 a 3.5 litros de agua ¡por hora! En esos casos, lo recomendable es tomar unos 350 ml de agua cada media hora. También es importante que alternes actividad y descanso, para evitar deshidratarte.
Ahora, tomar demasiada agua también es un problema. Si tomas más de 1.4 litros por hora, puedes tener una hiperhidratación, lo que reduce el nivel de sodio en la sangre y puede causarte inflamación en los pulmones o en el cerebro.
Otra cosa importante: cuando sudas o pierdes agua, también pierdes sales minerales. En condiciones normales, las recuperas con la comida, pero si la cosa está complicada, hay que añadir sal para mantener el equilibrio del cuerpo.
Lo bueno es que prevenir la deshidratación es fácil. Aquí van algunos consejos:
- Toma agua mientras comes. El cuerpo la necesita para digerir.
- Adáptate al ambiente lo más rápido posible. Si tu cuerpo se ajusta, regula mejor su uso de agua.
- Evita sudar de más. No hagas cosas innecesarias que te hagan sudar. Y si sudas mucho, repón líquidos pronto.
Una manera útil de calcular cuánta agua estás perdiendo es revisar tu ropa:
- Una camiseta común puede absorber hasta 0.6 litros de sudor.
- Un uniforme de campaña, como los que se usan en operaciones al aire libre, puede absorber 0.25 litros.
También puedes usar tu pulso y la respiración para saber cuánta agua has perdido:
Agua perdida |
Pulso por minuto |
Respiraciones por minuto |
\~0.75 L |
Menos de 100 |
Entre 12 y 20 |
0.75–1.5 L |
100 a 120 |
20 a 30 |
1.5–2 L |
120 a 140 |
30 a 40 |
Si estás muy por encima de esos rangos, pon atención: puede ser grave.
Jamás tomes agua de mar o tu propia orina. Aunque sientas alivio temporal, lo único que hacen es acelerar la deshidratación y pueden llevarte a un final fatal.
Comida suficiente
Todos sabemos que el agua es lo más importante para sobrevivir. La falta de agua es más peligrosa que no tener comida, eso está clarísimo. Pero eso no quiere decir que puedas olvidarte de comer. Aunque el cuerpo aguanta varios días sin comida, si no te alimentas bien, vas a quedarte sin fuerza, sin ánimo y tu salud se va a ir en picada.
La comida es lo que le da energía y nutrientes a tu cuerpo. Gracias a ella obtenemos minerales, vitaminas, sal y proteínas, todo lo que necesitamos para seguir funcionando. Además, tener comida a la mano te da confianza: saber que tienes qué comer levanta el ánimo.
En general, los alimentos que el cuerpo necesita vienen de dos fuentes: plantas y animales.
- Las plantas están llenas de carbohidratos, que son la principal fuente de energía.
- Los animales nos dan proteínas, que son los ladrillos que construyen y reparan tu cuerpo. También aportan grasa, que te da energía y te ayuda a mantener el calor.
Para mantenerte activo, necesitas consumir al menos 2,000 calorías al día. Si comes menos de eso, tu cuerpo va a empezar a sacar energía de donde pueda: primero de los azúcares, luego de la grasa, y al final, de tus músculos. Y eso no es nada bueno.
Comida de origen vegetal
Ya dijimos que las plantas tienen muchos carbohidratos, y eso te da pila para seguir. Pero también algunas plantas contienen proteínas que te ayudan a mantenerte fuerte.
Cuando vas escapando de alguien o estás en un lugar donde no hay muchos animales, las plantas se vuelven tu mejor opción. Además, son fáciles de encontrar y no hacen ruido al recolectarlas, así que no atraes enemigos ni depredadores.
Si encuentras muchas plantas comestibles, una buena idea es deshidratarlas al sol o con fuego y aire. Así se conservan más tiempo y puedes llevarlas contigo sin que se echen a perder.
Comida de origen animal
Los alimentos de origen animal son más nutritivos, pero también más difíciles de conseguir. Necesitas conocer bien el comportamiento de los animales comestibles y tener una estrategia para cazarlos.
Cuando busques animales, empieza por lo fácil y deja lo complicado para después. Lo ideal es cazar animales que haya en cantidad, como insectos, peces, crustáceos y reptiles. Estos bichos son más accesibles y te pueden dar el empujón que necesitas para recuperar energía.
Eso sí, no estás en la ciudad, así que prepárate para comer cosas que no se ven muy apetitosas. A veces lo que encuentres te va a dar asco, pero si es comestible y no es venenoso, tienes que comértelo. No es momento para andar con delicadezas: en la supervivencia, lo importante es seguir vivo.
Sobrevivir no es solo cuestión de suerte ni de tener mil herramientas encima. Tu mejor recurso es un cuerpo sano y una mente clara. Si mantienes el equilibrio entre lo que tomas, comes, descansas y cómo te cuidas, vas a resistir mucho más de lo que imaginas. Sigue estas reglas básicas, adáptate al entorno y nunca subestimes el poder de lo simple: un trago de agua a tiempo, una siesta, o lavarte las manos pueden salvarte la vida.
Prepárate, cuídate… y no bajes la guardia.