Salir a la naturaleza sin prepararte es como lanzarte al ruedo sin capote. Sobrevivir no se trata solo de tener suerte, sino de saber lo que haces. Desde entrenar en ambientes simulados hasta entender la cultura del lugar que visitas, todo cuenta cuando estás en un entorno salvaje. En Sandiario te contamos qué necesitas saber y hacer para no quedarte con cara de "¿y ahora qué?" cuando las cosas se pongan feas.
Preparativos para sobrevivir
¡Más vale prevenir que lamentar!
Sobrevivir en la naturaleza no es algo que se deje a la suerte. Así como un soldado no va a la guerra sin prepararse, tú tampoco puedes lanzarte a una aventura en la intemperie sin echarle coco. Ya platicamos antes sobre la importancia de planear bien, armar un plan de supervivencia y saber actuar en momentos críticos. Pero también es igual de importante prepararte con tiempo para lo que te espera allá afuera.
Entrena en ambientes simulados
Antes de enfrentarte a una situación real de supervivencia, hay dos cosas que sí puedes preparar: entrenamiento y conocimiento. Pero no te hagas ilusiones, ninguna de las dos es fácil ni rápida. Vas a necesitar tiempo, esfuerzo y muchas ganas.
El entrenamiento práctico, en ambientes simulados, es básico. No te sirve de mucho leer mil libros si nunca pones en práctica lo que aprendiste. Cuando estés en medio del monte, rodeado de peligros y sin ayuda, los libros no te van a sacar del apuro. Solo ensayando en situaciones parecidas a las reales vas a agarrar callo y sabrás qué hacer.
¿Qué hay que practicar? Pues cómo encontrar agua y comida, cómo armar un refugio, cómo esconderte usando el entorno, cómo orientarte sin perderte, cómo moverte por diferentes tipos de terreno, cómo evitar peligros naturales, y cómo mantenerte sano.
Y hay algo que mucha gente pasa por alto: descansar bien es más importante que andar con prisas. No importa si estás en el desierto seco, en el frío de los polos o entre fieras en la selva: si no te cuidas, vas a tomar malas decisiones. Solo con la cabeza fría se hacen buenos planes.
Infórmate sobre el lugar adonde vas
Aunque todavía no pongas un pie en la zona donde vas a estar, conocerla de antemano es fundamental. Investigar el terreno, el clima, los animales, los recursos y hasta la cultura local te puede salvar de varios problemas.
Por ejemplo, imagina que vas a una comunidad donde no comen carne, y tú llegas haciendo una parrillada. Seguro los vas a incomodar, y hasta podrían cerrarte las puertas. También tienes que saber si los locales están aliados con tus posibles enemigos, o si puedes confiar en ellos.
Entre más sepas de sus costumbres y modo de vida, más fácil será caerles bien. Si muestras respeto y educación, incluso podrían ayudarte cuando lo necesites.
Prepárate también mentalmente
No subestimes el poder de la mente. Tienes que imaginarte en una situación real: estás solo, sin compañeros que te cubran, y el tiempo que estarás ahí puede ser largo. Tal vez no lleves todo el equipo que quisieras, y ahí es donde empieza el verdadero reto.
Debes estar listo para manejar situaciones de emergencia por tu cuenta y mantenerte firme incluso cuando las cosas se pongan feas.
Evaluación de riesgos
La seguridad no es un lujo, es una obligación
Si eres parte de un grupo, también es tu responsabilidad cuidar de ti y de los demás. Evaluar los riesgos de un viaje o actividad es clave para evitar accidentes y tomar mejores decisiones.
¿Por qué hacer una evaluación de riesgos?
Una evaluación de riesgos te ayuda a ver qué puede salir mal, quién podría salir lastimado y qué hacer en cada caso. Los accidentes pueden pasar, pero si te preparas, puedes reducir el riesgo y aprender de cada experiencia.
Aprende a detectar los peligros

Fíjate bien en las partes de una actividad que podrían causar daño grave. A veces, quienes no están tan familiarizados con la actividad ven cosas que los expertos ya ni notan. También puedes revisar los manuales de los equipos, que muchas veces avisan de riesgos importantes.
No olvides considerar amenazas naturales como terremotos, tormentas, altitudes elevadas, animales peligrosos o agua contaminada. Si necesitas servicios de rescate en zonas montañosas, revisa si están disponibles. Además, asegúrate de tener tus vacunas al día.
Si vas a un país donde la situación política es inestable, infórmate bien: puede haber conflictos, secuestros o actividades peligrosas. Revisa fuentes confiables para tener lo más reciente.
No solo los participantes corren riesgos: quienes observan o esperan también podrían salir lastimados si no se toman precauciones.
Evalúa el nivel de riesgo
Después de identificar los pasos de una actividad, califica cada uno como de riesgo alto, medio o bajo. Checa si en el pasado ya han ocurrido accidentes parecidos. Esa información es muy valiosa.
Mejorar tus técnicas, llevar el equipo adecuado y entrenar más siempre ayuda a reducir los riesgos. Pero ojo: no los elimina por completo.
Lee bien tu póliza de seguro (ya sea personal, de vehículos o grupal) y asegúrate de que cubra todo lo que puede pasar.
Lleva un registro
Durante el viaje, anota cosas como cuánto tiempo usas el equipo, su antigüedad, cuándo le diste mantenimiento y si hubo accidentes. Esa información puede ayudar mucho a quienes usen ese equipo después.
Sobrevivir no es improvisar. Mientras más planees, entrenes y te informes, más posibilidades tienes de regresar sano y salvo. No se trata solo de tener el equipo correcto, sino de tener la mentalidad adecuada, saber evaluar riesgos y aprender de cada experiencia. No lo dejes al azar: prepárate, mantente alerta y recuerda que en la naturaleza, tú eres tu mejor herramienta.