Viajar y explorar en ambientes naturales extremos como la nieve, los pantanos y los humedales requiere una planificación adecuada y una serie de conocimientos específicos. En Sandiario, abordaremos las mejores prácticas y herramientas para moverse con seguridad en estos entornos. Desde elegir el equipo adecuado hasta manejar situaciones de emergencia, conocer cómo prevenir accidentes y cuidar de tu bienestar es crucial para disfrutar de la experiencia y evitar riesgos.
Humedales: cómo moverte sin quedar atrapado
El bastón de búsqueda es una herramienta clave para atravesar pantanos. Lo mejor es buscar un área con pasto denso para moverte, ya que suele haber grupos de hierba y árboles que indican suelo más firme. En cambio, si el pasto es ralo y superficial, probablemente solo esté agarrado del lodo y podría ocultar trampas peligrosas.
Los juncos suelen crecer en terrenos más sólidos, así que moverte por el borde de los juncales puede ser una buena estrategia. Si llegas a quedarte atorado en el fango, lo más importante es no entrar en pánico ni forcejear. Suelta tu mochila, acuéstate boca abajo para distribuir tu peso y usa los codos para arrastrarte lentamente hacia adelante. Imagina que eres una foca y trata de sacar los pies del lodo poco a poco.
Si caes en un pantano, actúa rápido pero con movimientos lentos y controlados. No patalees ni te desesperes, ya que la flotabilidad del pantano evita que te hundas por completo de inmediato. Una vez que estabilices la situación, busca apoyo de otros o usa la flotabilidad de tu mochila para avanzar poco a poco hasta tierra firme. De hecho, una buena técnica es llevar la mochila en el pecho, así te servirá de flotador si necesitas acostarte sobre ella.
En algunos pantanos, el agua lodosa apenas cubre el suelo, pero la vegetación puede engañar y hacerte creer que es sólido. En otros casos, el agua puede llegar hasta las rodillas o la cintura, aumentando el riesgo de quedar atrapado. Si el terreno es demasiado riesgoso, lo ideal es improvisar una balsa o usar una bolsa flotante para cruzar. Sin embargo, en los manglares costeros estas soluciones no sirven, ya que la balsa no avanza bien entre las raíces y la bolsa flotante se vuelve inútil.
Para estos casos, existe una técnica que yo llamo el método de caminar "sujetando el árbol". Básicamente, vas en zigzag de un árbol a otro, agarrándote de los troncos para ayudarte a sacar los pies del barro. Ojo, que es fácil perder la orientación después de varias "Z", así que mantente atento a la dirección en la que vas.
Nieve
Cuando caminas sobre nieve congelada, elegir el calzado adecuado es clave. Los zapatos de plástico no son opción, ya que con el frío extremo se endurecen, se rompen y te pueden dejar en una situación peligrosa.
Si la nieve es fina, no afecta mucho el avance. Pero cuando caminas sobre caminos con hielo y nieve o puro hielo, necesitas prestar atención al antideslizante. En estos casos, el patrón de la suela de tus botas hace la diferencia. Si es necesario, usa crampones para mejorar el agarre.
Cuando hay mucha nieve en el camino, las botas son imprescindibles. No uses zapatos ligeros de caña baja, porque no te protegerán bien. Por un lado, reduces el riesgo de esguinces y, por otro, evitas que la nieve y el hielo entren en tus pies.
Si la nieve supera los 30 centímetros de espesor, caminar se vuelve un desgaste brutal de energía. Además, la nieve húmeda puede filtrarse en tus botas, haciendo que todo sea aún más incómodo. Para evitarlo, asegúrate de llevar botas impermeables y usa polainas para la nieve. Estas no solo evitan que la nieve se meta en tus botas, sino que también protegen tus pantorrillas del frío y la hinchazón tras largas caminatas. Si no tienes polainas, puedes improvisar: envuelve la parte baja de los pantalones sobre las botas y átalas bien con cuerda o tiras de tela. Incluso puedes usar vendajes del botiquín si es necesario.
Elige bien tu ropa interior
La ropa interior de algodón NO es buena para el frío. Aunque es cómoda en otras condiciones, en temperaturas bajas se empapa con el sudor y te roba calor corporal. Mejor usa ropa interior térmica o de materiales sintéticos que absorban y expulsen la humedad.
Mientras caminas, tus pies generan calor y sudor. Muchas veces ni te das cuenta de que tus botas están húmedas hasta que paras… y en ese momento es cuando el frío pega con todo. Por eso, revisa seguido tus botas y calcetas para evitar que tus pies se congelen. Si empiezas a sentir los pies helados y entumecidos mientras caminas, detente de inmediato, come algo y prende una fogata si puedes. Esto es una señal de que tu cuerpo está quedándose sin energía, y no es un tema que deba tomarse a la ligera.
Cómo moverte mejor en la nieve
Para avanzar con menos esfuerzo, levanta bien los pies antes de dar el siguiente paso y no cambies tu peso hasta que tengas un punto firme de apoyo. Evita zonas bajas o irregulares, ya que la nieve esconde lo que hay debajo. Podría haber hoyos traicioneros o rocas inestables, lo que aumenta el riesgo de lesiones. Llevar un bastón de búsqueda de caminos te ayudará a detectar trampas ocultas antes de pisar.
Cargar una mochila pesada y caminar levantando las piernas en la nieve profunda es un reto durísimo. A veces avanzas un montón y cuando miras atrás… ¡sigues casi en el mismo lugar! No puedo hacer que la nieve desaparezca, pero sí puedo decirte cómo caminar sin matarte en el intento.
Las raquetas de nieve son una gran ayuda para distribuir tu peso y evitar que te hundas en la nieve con cada paso. Si no tienes unas, puedes hacer unas improvisadas con ramas flexibles:
- Dobla una rama gruesa en forma de aro.
- Ata varias ramas más delgadas en posición transversal para formar una base resistente.
- Amarra bien tu creación a tus botas con correas o cuerdas.
Si no encuentras ramas flexibles, puedes hacer lo mismo con ramas cortas y resistentes. Esto reduce el esfuerzo y evita que te pases el día entero luchando contra la nieve.

Las raquetas para nieve también pueden servir en los pantanos. Te ayudan a no hundirte tanto en el lodo, pero tienen una desventaja: a veces se quedan atascadas, lo que hace que moverte sea más difícil en lugar de ayudar.
Un buen truco para ahorrar energía en la nieve es arrastrar tu mochila con una cuerda en lugar de cargarla en la espalda. Sin embargo, si la nieve es muy profunda, la mochila puede quedarse atorada. Para evitarlo, átala bien con cuerdas en forma de "bola", así reduce la resistencia y se desliza mejor.
Cómo hacer un trineo improvisado
Si hablamos de herramientas útiles, nada supera a un trineo para moverte en la nieve sin matarte cargando peso. Solo tienes que poner tu equipo sobre él y jalarlo con una cuerda. Pero ojo, el diseño importa:
- La parte delantera debe ser curva, si es plana, se hundirá y será difícil de arrastrar.
- La base debe ser ancha, así distribuye mejor el peso y se desliza más fácil.
Si no tienes un trineo, puedes hacer uno con ramas. Lo mejor es usar ramas delgadas y flexibles:
- Dóblalas poco a poco y pásalas sobre el fuego para darles forma.
- Ata varias ramas similares entre sí.
- Usa una cuerda resistente para unirlas en una base firme.
Si prefieres un método más rápido, simplemente corta varias ramas del mismo grosor y tamaño y únelas con cuerdas en la misma dirección. Luego, calienta la parte delantera para curvarla y listo.
Si quieres que el trineo se deslice aún mejor, puedes envolver la base con una lona, lo que reduce la fricción y ayuda a que “flote” sobre la nieve. Eso sí, esto puede dañar la lona, así que piénsalo bien antes de usarla.
Si no puedes hacer un trineo, haz un trapeador de nieve


Si hacer un trineo te parece demasiado complicado, puedes improvisar un trapeador de nieve. Y si estás en un bosque boreal, donde abundan los abedules, hay otro truco divertido:
- Quita la corteza del abedul y úsala como patineta para bajar pendientes con menos esfuerzo.
- También puedes simplemente acostarte boca abajo sobre la nieve y deslizarte. Es divertido, pero ten cuidado: mide tu velocidad y checa que no haya piedras o baches en el camino, porque si te estampas contra algo, tú no te vas a reír, pero los demás sí.
Cómo vestirte bien para la nieve sin sufrir
Al caminar en la nieve, tu cuerpo genera calor y empiezas a sudar. La reacción natural es quererse quitar la chamarra o el gorro, pero NO lo hagas de golpe. Si te enfrías de repente, puedes agarrar un buen resfriado o terminar con un dolor de cabeza horrible.
Lo mejor es:
- Abrir un poco la ropa primero, para liberar calor sin perderlo de golpe.
- Esperar a que el sudor se seque antes de quitarse una capa.
- Nunca quitarse el gorro si hace viento o frío extremo. Exponerte de golpe al aire helado te puede causar dolor de cabeza inmediato.
Cuando hagas una pausa para descansar o acampar, ponte más capas para no perder calor.
Ceguera de la nieve: qué es y cómo evitarla
La ceguera de la nieve es una especie de ceguera temporal provocada por la sobreexposición a la luz intensa reflejada en la nieve, el hielo o incluso la arena. Es común en montañistas, exploradores polares y aventureros del desierto, ya que en estos entornos la luz del sol se refleja con mucha fuerza y puede dañar la retina en pocas horas.
Síntomas
Si empiezas a sentir que te arden los ojos, como si tuvieras arena dentro, los tienes rojos, llorosos y no soportas la luz, es posible que estés sufriendo ceguera de la nieve. En casos graves, ni siquiera podrás abrir los ojos por el dolor.
Cómo prevenir la ceguera de la nieve
La mejor forma de prevenirla es simple: protege tus ojos de la luz intensa. Aquí algunas formas de hacerlo:
- Usa gafas de sol (lo ideal es que tengan protección UV y cubran bien los ojos).
- Si no tienes, cúbrete los ojos con un pañuelo o tela de supervivencia y mira a través de la malla.
- Hazte unos lentes improvisados perforando pequeños agujeros en un pedazo de cartón o en hojas gruesas.
- Oscurece tus párpados con carbón para reducir el reflejo del sol (es un truco usado por algunas culturas indígenas).
- Evita mirar directamente la nieve o la arena por mucho tiempo, ya que un solo color brillante fatiga más rápido los ojos. Trata de descansar la vista mirando a lo lejos algún objeto oscuro, como árboles, rocas o nubes.
Si vas en grupo, un truco útil es sacudir la nieve de los pinos pequeños. Esto ayuda a marcar el camino y rompe la monotonía del paisaje blanco, lo que reduce la fatiga visual.
Qué hacer si ya tienes ceguera de la nieve
Si empiezas a notar los síntomas, descansa la vista de inmediato. No fuerces los ojos y sigue estos consejos:
- Si tienes colirio, úsalo y cubre los ojos con una gasa para que descansen.
- En la nieve: envuelve un poco de nieve en una tela o bufanda, póntela sobre los ojos y frótalos suavemente. Luego enjuaga con agua fría.
- En el desierto: humedece una bufanda o paño con agua y colócalo sobre los ojos.
- Cierra los ojos y evita la luz intensa hasta que los síntomas mejoren.
- Si puedes, hierve agua y usa compresas tibias para aliviar el malestar.
La ceguera de la nieve normalmente desaparece en 24 horas a 3 días, pero si es grave puede tardar hasta una semana en recuperarse por completo. Durante ese tiempo, evita forzar la vista, especialmente bajo el sol.
La clave para sobrevivir y disfrutar de una aventura en la nieve o en terrenos difíciles como los pantanos radica en estar bien preparado. Contar con el equipo adecuado, saber cómo moverse en terrenos desafiantes y prevenir peligros como la ceguera de la nieve o el atrapamiento en el barro son factores esenciales. Con los conocimientos y precauciones correctas, tu experiencia al aire libre puede ser tanto segura como memorable. Si tienes preguntas o experiencias para compartir con otros amantes de camping, ven a comunidad Facebook Sandiario.